La Xunta presenta aportaciones a la nueva prueba de la ABAU que ve precipitada y que no soluciona las desigualdades entre alumnos de distintas comunidades autónomas

Galicia insiste en la necesidad de establecer una prueba homogénea, que asegure niveles de exigencia similares entre territorios y unidad de criterios de corrección
Publicado por o día 26/09/2022 na sección de Cultura,Educación,Galicia,Santiago

La Xunta presenta aportaciones a la nueva prueba de la ABAU que ve precipitada y que no soluciona las desigualdades entre alumnos de distintas comunidades autónomas

La Xunta tiene ya listas las aportaciones sobre el proyecto de nueva prueba de la ABAU para enviarlas al Ministerio de Educación. Centradas tanto en el modelo del examen como en la pretensión de aplicarlo de manera precipitada, pide que no se repitan los problemas de la implantación de la nueva ley educativa y no se genere incertidumbres en el alumnado en uno de los momentos más decisivos de su vida académica.

El conselleiro de Cultura, Educación, FP y Universidad, Román Rodríguez, mantuvo una reunión de trabajo para analizar y ultimar los detalles del informe elaborado junto con el secretario general de Universidades, José Alberto Díez de Castro, y con la directora general de Ordenación e Innovación educativa, Judith Fernández. Todos coinciden en que se trata de uno nuevo paso que devalúa la cultura del esfuerzo, en la línea del que viene sucediendo con distintas medidas por parte del Gobierno desde la entrada en vigor de la nueva ley.

En el referido a la forma, el Gobierno gallego considera que el calendario propuesto resulta precipitado y que no existe margen para evaluar el funcionamiento y resultado de las pruebas piloto. La primera de ellas está prevista para este mismo curso, en primavera, y a ella el Gobierno central pretende que concurra en abril alumnado de 2º de Bachillerato. Esto a pesar de que dos meses después, en junio, se examinará con el modelo vigente en los últimos años. Esto, en opinión de la Xunta, no resulta idóneo, dado que este alumnado cursó toda esta etapa escolar por el sistema de la anterior ley educativa, lo que supone obligarlos a afrontar un estrés innecesario, que repercute también en sus familias y en el propio profesorado.

 

Risco de mayor subjetividad

El primer curso en el que se comenzará a implantar la nueva prueba es el 2023/24. Pese al cambio radical que formula, aun no figuran previstos cambios metodológicos ni formación previa adaptado a los nuevos criterios ni para los docentes ni para el alumnado de 1º de Bachillerato, que acaba de comenzar esta etapa con nuevos currículos.

Además, la introducción de un ejercicio de madurez con una ponderación inicial del 25% (que llegará al 75% en el curso 2026/27) lleva consigo varios problemas que el Ministerio no parece contemplar, entre ellos como afectará al proceso de enseñanza-aprendizaje y la mezcla de idiomas (en el caso de nuestra Comunidad el gallego, el inglés y el castellano, que quedan difuminados) y de materias humanísticas, lo que complica evaluarlo en una única corrección. La Xunta teme que se incremente así el grado de subjetividad, lo que haría preciso contar con varios especialistas para realizar una doble y mismo triple corrección.

 

Desigualdades territoriales

Precisamente esta nueva estructura, en la que predomina el ejercicio de madurez , va a acentuar las desigualdades territoriales, que son el principal problema detectado alrededor del actual modelo de la ABAU, pues las comunidades autónomas que mejores resultados cosechan en evaluaciones internacionales de prestigio como PISA –como es el caso de Galicia– no tienen un resultado parejo en la prueba. La propuesta de Moncloa no resuelve esta desigualdad, sino que la incrementa, dado que no establece un modelo único para todo el Estado a pesar de que después los alumnos pueden pedir plaza en cualquier universidad española. Es decir, se realizan 17 exámenes con criterios de evaluación diferentes para una sola puerta de entrada, lo que afecta especialmente al acceso de determinadas titulaciones.

En este sentido, la previsión de establecer acuerdos para el diseño de la prueba y de su evaluación no es suficiente, ya que carecerán de fuerza normativa. Frente a esto, Galicia insiste en una prueba homogénea, que asegure niveles de exigencia similares y unidad de criterios de correcciones, dando solución al verdadero problema en esta materia.

 

A la vista de estos defectos,  la Xunta lamenta la sensación de improvisación, lo que contrasta con la necesidad de abordar una reforma seria y profunda de un modelo que, por su naturaleza y repercusiones en el alumnado y en la sociedad, debería tener vocación de permanencia. Un cambio del callado de esta propuesta debería afrontarse de forma pausada, con el tiempo preciso para consolidar y evaluar los nuevos currículos, que acaban de ponerse en marcha.