Vivir con movilidad reducida en las grandes ciudades

Publicado por o día 22/02/2018 na sección de Salud

Vivir con movilidad reducida en las grandes ciudades

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Según la última encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia elaborada por el INE, en España conviven 2,4 millones de personas con problemas de movilidad. Para estas personas, actividades cotidianas de la vida diaria, como ir a trabajar o hacer la compra, se vuelven en numerosas ocasiones una auténtica odisea.

Aunque la ley de igualdad de oportunidades, no discriminación y acceso universal de 2003 formula claramente que estas trabas son “una forma sutil pero muy eficaz de discriminación”, la realidad es que la mayoría de las promesas que piden cumplirse en el papel no llegan a materializarse.  Y es que debido a los recortes presupuestarios que vienen repitiéndose desde que comenzase la crisis, ha hecho que este colectivo sea uno de los más afectados, ya que no solo no se han tomado medidas para implementar sus condiciones de accesibilidad, sino que las instalaciones ya existentes van sufriendo desgastes, desperfectos y averías que no se van subsanando.

El colectivo de personas con discapacidad se queja de que las grandes ciudades están pensadas para que los minusválidos sean empujados y no para que se valgan por sí solos en sus traslados, hecho totalmente ofensivo que les coloca en clara situación de desventaja y dependencia. Es muy difícil hoy día acceder a un buen trabajo sin formación, y es realmente difícil formarse si tus condiciones de movilidad no te permiten llegar a la universidad porque o las propias instalaciones no están debidamente preparadas o el medio de transporte que te debe hacer llegar hasta ellas no está adaptado.

Después, una vez que han superado todas las trabas para insertarse en el mercado laboral, resulta que igualmente cada día les resulta una misión imposible llegar a su puesto de trabajo, ya que a veces se quedan esperando en la parada de autobús durante horas hasta que llega un transporte adaptado.

En la ciudad condal, ante esta problemática, se ha puesto en circulación un taxi minusválidos barcelona que cuenta con rampa de acceso, tiene capacidad para dos sillas de ruedas y cuenta con 7 plazas. Este taxi apto para minusválidos en Barcelona ofrece la posibilidad de hacer reservas y pagar con tarjeta. Esta empresa te permite hacer tours con su taxi apto silla de ruedas en Barcelona o facilitarte los traslados al aeropuerto, al hospital o cualquier punto de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana.

Falta de voluntad política

Para Pilar Díaz, presidenta de Amputats Sant Jordi y vicepresidenta de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe) en Cataluña, el asunto es muy sencillo y es que achaca la falta de adaptación de entornos y servicios no solo a una cuestión presupuestaria sino más bien a una clara falta de voluntad política.  

Argumenta diciendo: “Hay medidas que no cuestan dinero, se aprueban por unanimidad, pero luego no se ejecutan”, como por ejemplo la señalización en las líneas de metro de las paradas que cuentan con accesos especiales, por ejemplo, que nunca fue implementada por el Consistorio.

La falta de inspecciones y el deficiente mantenimiento es la principal causa que fomenta que los espacios habilitados para estas personas, aquellos que ya habían sido conquistados, no estén siempre en funcionamiento, con la consiguiente marcha atrás en el proceso de adaptabilidad a la movilidad en las ciudades para el colectivo discapacitado.

Como ejemplo, la rampa de la mayoría de los autobuses no funciona, con lo que se ven en la parada de autobús sin posibilidad de acceder al transporte y tienen que esperar al siguiente, o al siguiente. Así es muy difícil que este colectivo pueda organizarse la vida y llevar una rutina laboral, profesional o personal que los desarrolle como personas completamente autónomas.

La falta de sensibilización por parte de las organizaciones gubernamentales es para no dar crédito en este sentido. Iniciativas tomadas como la de instalar en los autobuses de Madrid un cargador para móviles en el espacio habilitado para los usuarios de sillas de ruedas es solo una muestra, pero muy representativa, de la pérdida de conciencia institucional sobre su realidad, una falta de respeto y de empatía para con todo este colectivo que ya tiene las cosas lo suficientemente difíciles.

No es suficiente con que deban compartir su espacio con aquel destinado a los carritos de bebés, sino que ahora todos los usuarios que quieran cargar su móvil también competirán ferozmente por quitarles ese trocito de autobús que les había sido relegado para ellos. Si desde la instituciones no se ofrece respeto a este colectivo, ¿cómo se lo vamos a pedir al ciudadano de a pie, para que no estacione en sus plazas de aparcamiento, por ejemplo?