La salud de los edificios depende de muchos factores. El primero es sin duda su construcción. Si durante esta fase se utilizan buenos materiales, se diseña bien y se aprovechan condiciones bioclimáticas acertadas, podrá ser mejor conservado en el tiempo y garantizará su habitabilidad durante más años.
Un segundo condicionante que permite aumentar la vida media de los edificios, o al menos su habitabilidad sin necesidad de grandes reformas, es una buena gestión humana de los mismos, es decir, que quienes habiten el edificio no tengan comportamientos inadecuados. En las comunidades de vecinos, si existen algunas normas a cumplir, ningún propietario debería incumplir esas normas, pues lo que está poniendo en riesgo es la salud integral del edificio.
Las obras ilegales, que son más controlables en las zonas comunes, a veces no lo son tanto en el interior de las viviendas. Siempre que se autorice una reforma en una vivienda, el resto de la comunidad debe estar atenta a si se ponen en riesgo elementos estructurales del edificio.
La tercera recomendación, y es en la que más se debe poner el foco, es el mantenimiento. Es cierto que sin utilizar materiales de calidad ni construyendo atendiendo a buenos criterios de edificabilidad, ni tampoco haciendo un buen uso de los edificios una vez construidos, el mantenimiento únicamente va a servir para tapar huecos. En cualquier caso, comentamos cómo el mantenimiento ayuda a ahorrar mucho dinero al evitar grandes intervenciones.
Los cimientos y la estructura de los edificios
La cimentación es la base del edificio, una conocida expresión es la que dice “empezar la casa por el tejado” cuando una acción se inicia alterando el orden lógico y no consiguiendo los objetivos finales.
Los cimientos son justo lo contrario al tejado, si el tejado es lo último en construir de un edificio, lo primero son los cimiento. Durante la cimentación hay que vigilar que no aparezcan fisuras o grietas en paredes y techos. Además, hay que prestar especial atención con los edificios antiguos, no sobrecargarlos.
Conservar y rehabilitar la fachada
La fachada es otra de las zonas que aportan estabilidad al edificio. Su función protectora va mucho más allá que el simple aspecto estético. De los propietarios, ya sean públicos o privados, depende su estado de conservación que incluye los materiales, los acabados, las pinturas…
Para la rehabilitación de la fachada los precios, como bien indica GTB Rehabilitaciones, dependen de muchos factores: el estado actual de la misma, el funcionamiento del sistema de ventilación, la mano de obra y los materiales. Todo ello va a determinar el precio final y el presupuesto a ofrecer a los clientes.
En un tema tan relevante como la rehabilitación de edificios, el presupuesto disponible es un elemento condicionante, pero debería pasar a un segundo plano, porque optar por opciones más económicas puede suponer un riesgo para la habitabilidad de los edificios.
La fachada es una de las zonas más expuestas a la intemperie, pero lo es menos que, por ejemplo, la cubierta. Con esta parte del edificio ocurre también que en muchas ocasiones es difícil acceder a ella, de ahí la relevancia de tomar medidas preventivas, para así reducir los trabajos de mantenimiento.
¿Qué materiales forman parte de la estructura?
La estructura de los materiales puede ser de diferentes materiales: madera, elementos metálicos, hormigón… Si el edificio es antiguo, probablemente tendrá estructura de madera y en ese caso habrá que tener especial cuidado con las fugas de agua en baños y cocinas. La humedad excesiva pudre la madera.
Con respecto a los elementos metálicos, la humedad es también un peligro, produce oxidación y corrosión. En zonas como la fachada, la cubierta y otras áreas expuestas a la intemperie hay que vigilar los elementos metálicos.
En el baño y la cocina, que son los lugares donde se concentran desagües y sumideros, un mantenimiento periódico evita atascos, humedades y malos olores. En el mantenimiento se incluye también la limpieza de los mismos.
En LM2, empresa de limpieza de comunidades en Madrid, son firmes defensores de la limpieza como elemento activo del mantenimiento de edificios, de ahí que en todos sus trabajos lleven a cabo un detallado planning de limpieza, con el fin de obtener los mejores resultados posibles.
En ese planning de limpieza aparecen tareas como la limpieza de zonas comunes, las escaleras y rellanos, los ascensores, la recogida de basuras; y quehaceres a realizar con menor frecuencia como la limpieza de cristales, las zonas ajardinadas y las piscinas o el mantenimiento de garajes y zonas de aparcamiento.
Mantenimiento continuo y asegurar el edificio
La última recomendación es doble. Por una parte, han de contratarse seguros que protejan la viabilidad del edificio en caso de algún accidente; mientras que por otra, es muy aconsejable contratar un servicio anual de inspección y mantenimiento, algo que va a ayudar a evitar posibles infracciones y sanciones de la administración y a mejorar la habitabilidad.
Existe un documento, el libro del edificio, que actúa como inventario. En él deben registrarse todas las actuaciones e intervenciones sobre el mismo, pero además han de quedar reflejadas las normas de uso, conservación y mantenimiento. Cumplir con todas las anotaciones descritas en este documento ayuda también a conservar por más tiempo la viabilidad de las construcciones.
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