Uno de las principales motivos por los que las personas piensan en la planificación de un viajes, son las vacaciones, ese momento en el que se espera reponer energías después de un agotador año laboral. Sin embargo, un viaje puede ser la excusa perfecta para emigrar a otro país, en busca de nuevas oportunidades económicas o profesionales, o iniciar un viaje al interior de una mismo.
Emigrar: en busca de la tierra prometida
Todo proceso de emigración esconde básicamente un motivo: la búsqueda de mejores posibilidades en cuanto a la calidad de vida.
No importa de lo que se escape y que ocurra en el país de origen. En muchos países latinoamericanas, la emigración es una forma de escapar de países que no ofrecen seguridad económica, y mucho menos, perspectivas de mejora laboral y salarial.
Otra de las cuestiones por las que las personas deciden emigrar es la inseguridad. Para estos casos basta nombrar países como Venezuela y Argentina donde al estancamiento de la economía local, se suma los índices cada día más altos de inseguridad.
Emigrar no es una decisión que se toma de un día para el otro. El desapego es uno de los costos más altos que pagan los emigrantes, porque los afectos no pueden ser colocados en una maleta.
Dime qué quieres encontrar y te diré cómo viajar
En los últimos años, los cruceros fluviales se han convertido en una de las alternativas más atractivas para el turismo de todas las edades. Es que en apenas algunos pocos días, se pueden conocer hasta ocho o diez ciudades portuarias de las más bonitas del planeta, además de disfrutar de actividades de todo tipo a bordo.
La edad es lo de menos para los amantes de los cruceros, verdaderas ciudades flotantes, porque tanto para niños, como para jóvenes, adultos y personas mayores, la diversión está asegurada prácticamente en todo momento.
Con los cruceros fluviales los ríos se transforman en sendas mágicas, por las cuales se accede a ciudades como Budapest si se navega por el Danubio; Oporto si se navega por el Duero, y Vietnam, si se hace por el río Mekong.
Pero otro de los motivos que impulsa a las personas a viajar es el tener la posibilidad de conocer lugares místicos, que los guíen a un conocimiento más profundo de su propio interior. Es un viaje de introspección, que muchas veces sirve para conectarse con las necesidades existenciales más profundas.
El Camino de Santiago con SantiagoWays, es un claro ejemplo de este tipo de travesías. A lo largo de los diferentes caminos que concluyen en la ciudad de Santiago de Compostela, los caminantes tienen la oportunidad de explorar y conocer lugares de una belleza única.
También se conectan con personas que llegan de otros países y culturas, para compartir una vivencia única: la solidaridad en el camino, ese andar en el cual se va marcando huellas, tanto interiores como las que quedan en el camino.
Existe la posibilidad de recorrer diferentes alternativas, abarcando distintas secciones, pero siempre con un mismo objetivo: concluir el viaje en la famosa catedral compostelana.
El Camino Francés permite explorar los alrededores de ciudades como St Jean Pied de Port, Pamplona y Roncesvalles, punto localizado a más de mil cuatrocientos cincuenta metros de altura.
Si se parte desde Sarria, los caminantes se aseguran la posibilidad de recibir la compostela, un certificado expedido por las autoridades eclesiásticas de la famosa catedral, en la que se da constancia que se realizó el camino durante al menos cien kilómetros.
Ya sea por cuestiones de fe, donde la experiencia marca un antes y un después en lo más profundo de las personas; o por cuestiones de entretenimiento, como los cruceros fluviales, viajar es siempre una alternativa saludable. Incluso para aquellos que deciden buscar otras posibilidades lejos de su propia tierra.
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