Ahora que el foco está puesto en el medio ambiente y que Madrid ha puesto en las calles un nuevo contenedor marrón para los deshechos orgánicos, vuelve la polémica de dónde se tiran según qué cosas para que el impacto sea menor en el planeta.
Existen, pese a los años que llevan en marcha las campañas de reciclaje, ciertos productos que aún hoy sigue siendo complicado para muchos saber ubicarlos correctamente.
Es habitual comprar lentillas y no saber luego dónde tirarlas, por ejemplo. ¿Dónde deben desecharse las lentillas, los textiles higiénicos (compresas, toallitas húmedas, hilo dental…)? En el cubo de los productos no reciclable.
Su composición hace que no entre en ninguno de los supuestos y materiales capaces de ser reciclados, lo que hace que la mejor opción – más allá de tratar de reducir al máximo el producto de un solo uso – sea tirarlo al contenedor o basura común.
Según un estudio, en el caso concreto de las lentillas, el tirarlas a través del lavabo o wc (una costumbre arraigada entre el 15-20% de los encuestados en Estados Unidos, de los más de 45 millones de usuarios que las utilizan en el país) está causando un impacto mucho más relevante de lo que se pueda pensar ya que vuelven a la cadena alimentaria al acabar como microplásticos en el océano.
“Es labor de los especialistas también formar en este tipo de cosas. El usuario de lentillas lo es durante años, de ahí que sea importante también que conozca sus componentes y cómo desecharlas de forma acertada” explican desde Lentillas Sí.
Las lentillas que se han tirado a través del baño, en realidad llegan a las plantas de tratamiento, pero al ser más densas, acaban hundiéndose y llegando a ser un problema medioambiental para los ecosistemas.
Su fabricación con una mezcla de siliconas, poli y fluoropolímeros para permitir la oxigenación ocular hace que, como muestran en el estudio, no se sepa muy bien cuál es la degradación que sufrirían en las plantas de agua residual y en qué medida mutarían ya que, al ser transparentes, su seguimiento o detección es prácticamente inviable. Lo que sí queda claro es que, al perder parte de su fortaleza tras pasar por estas plantas, se quebrarían y entrarían a formar parte de lo que se han denominado microplásticos, uno de los grandes problemas que empiezan a hacerse notar al encontrar, en medio del océano, islotes llenos de ellos que acaban sirviendo de alimento a los bancos de peces (en el caso de las lentillas, por su densidad, sería sobre todo a los que viven en las profundidades).
En España, según las cifras de los últimos estudios estadísticos, usa lentillas más de 7% de la población, lo que viene a representar a más de 3.2 millones de usuarios que utilizan, de forma habitual, lentes de contacto en cualquiera de las opciones disponibles (diarias, semanales, mensuales, etc.)
De ahí que una de las peticiones es que la industria sea consciente de ello y notifique en los envases cómo deberían de ser descartadas, tal como se hace con otro tipo de productos.
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