Las videntes en Vigo se ha considerado que han formado parte de la sagrada Tierra de Meigas, una cultura en la que tanto la videncia como la superstición siempre han estado presentes. Zona de oraciones y también de ritos en los que tenía que ver la abundancia así como la salud, la hechicería y la protección contra el mal de ojo.
La Inquisición también ha creado un gran desperfecto en las tierras gallegas medievales, ya que se llegó a expulsar a una vidente de Meis, habiendo sido acusada de practicar brujería y pactos con el demonio por sus vecinos. El resultado de su investigación por los inquisidores, fue la expulsión de Galicia, abocando al fracaso la carrera de estas tarotistas.
Las videntes en Vigo tuvieron bastantes predecesoras entre ellas Ana de Castro o María Soliño quien también fue otra de las elegidas, destacando por sus virtudes pero también mortificada por el desprecio en una sociedad que no entendía este trabajo espiritual. Siendo finalmente torturada con terribles métodos, similares a los que se les aplicaban a los piratas y a los condenados por cualquier tipo de delito grave. También hubo otras figuras esotéricas destacadas como Lucía Fidalgo quien no fue quemada debido a que se la proclamó con alucinaciones que hicieron pensar que estaba delirando y mal de la cabeza. La figura, por ejemplo, de la “Mangallona” terminó con un listado muy polémico de profesionales de la videncia. Esta última iba cosechando el miedo y el respeto por el desconocimiento de las prácticas que realizaba, causando que muchas veces viviera sola y sin ningún tipo de amigo/a que las respaldara.
Historia de las Meigas en Galicia
Las antiguas videntes en Vigo, sin embargo, vivieron épocas menos truculentas que en otras comunidades autónomas del país, siendo Cataluña la zona más atormentada por las injusticias de la Inquisición. Se dice que fue Felipe II quien impulsó las entradas de estos juicios, en las tierras gallegas, creando una excusa perfecta para eliminar todo aquello “que fuera extraño” y que sonara amenazante para el pueblo que habitaba de manera masiva las zonas rurales y las pequeñas ciudades gallegas.
Así las predecesoras de las videntes en Vigo y sus familias tuvieron que enfrentarse a duras inspecciones, en las cuales los responsables vivían días y a veces incluso meses al lado de los sembrados y campos de cultivo, enfadando a los dueños de las casas de campo y también a los agricultores, quienes tan sólo pedían un poco de privacidad y respeto hacia sus zonas de trabajo.
Como en la mayoría de otros lugares del país, las videntes en Vigo fueron avanzando hacia nuevas prácticas, escondiéndose para así poder pasar sus conocimientos de unas personas a otras. No fue una etapa muy triste, en referencia a una exterminación masiva, pero el recorrido de aquellas que fueron castigadas marcaron un antes y un después en la presentación de cómo se iban a comportar las demás, cambiando el método de trabajo de manera instintiva y para sobrevivir.
Enlaces de interés:
– Queimada, la preparación mágica para alejar a las Meigas
Para saber más:
El libro “La Brujería en Galicia” de Xose Ramón Mariño Ferro de la editorial Nigratea.
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